viernes, 25 de febrero de 2011

Lorca y Dalí, una adoración mutua... y contradictoria Una exposición evoca los altibajos de la amistad entre el poeta y el pintor

ÁNGELES GARCÍA - Madrid - 22/09/2010

El big bang de la amistad de los dos genios habría que situarlo en el otoño de 1922. Federico García Lorca y Salvador Dalí vivían en la Residencia de Estudiantes y durante ocho años mantuvieron una amistad llena de experiencias artísticas que les llevó a lo más alto de la vanguardia europea. Con una adoración mutua salpicada de altibajos, se entregaron a su respectiva obra con la vista puesta en el otro. En torno a ellos, todo un mundo de modernidad en el que ellos marcaban las pautas.

CaixaForum Madrid reconstruye los vericuetos de esta relación en una exposición conformada por un centenar de cuadros y numerosos documentos escritos. Una película inédita de 35 minutos, filmada por Manuel Gutiérrez Aragón, recrea la peculiar historia de esta amistad a través de las cartas que se intercambiaron los dos personajes.

Comisariada por Juan José Lahuerta, la exposición, patrocinada por la Sociedad Estatal para la Acción Cultural Exterior (SEACEX), intenta contar cómo esa relación repercutió en la obra del pintor y en la del poeta. Durante aquellos ocho años, su afán de modernidad y de trascendencia les lleva a viajar por todos los ismos de la época: cubismo, futurismo, surrealismo... el ambiente intelectual y experimental de la Residencia adquiere un protagonismo fundamental en la exposición.

El impacto de uno en el otro queda fuera de toda duda: también sus consecuencias creativas, ya que Lorca dedicó a su amigo su Oda a Salvador Dalí y este se inspiró en el poeta para su San Sebastián. La exposición recoge también proyectos que finalmente resultaron fallidos, como El cuaderno de los putrefactos (así llamaban a los artistas tradicionales) o el Manifest groc (en el que García Lorca renunció a participar).

La inmersión en la relación artística de estas dos fuerzas creadoras arranca con una galería de retratos y autorretratos de los miembros de la Residencia más vinculados a Lorca y Dalí, como por ejemplo los dibujos que se dedicaron mutuamente. Se cuenta también lo que cada uno de ellos había realizado antes de entrar en la órbita de la Residencia: Lorca se relacionaba ya con las artes plásticas a través del teatro y de la música y había estrenado ya su primera obra teatral, El maleficio de la mariposa, con figurines del pintor Rafael Barradas, uno de los grandes artistas del momento. Dalí había llegado a Madrid para estudiar en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, pero poseía ya un profundo conocimiento de la pintura y tenía en su punto de mira convertirse en el centro de la modernidad.

La aproximación al mundo canalla y de la noche une a Lorca y a Dalí en cuadros poblados por personajes marineros o mujeres solas. Pero la unión es solo aparente porque cada uno tiene formas de aproximación radicalmente diferentes. Mientras que Lorca lo hace con ternura cargada de lirismo, Dalí plasma su cruda visión en piezas como El marinero (1926).

Lo que hay que respetar del mundo clásico y lo esencialmente moderno es el tema de las cartas que ambos se intercambian durante los primeros años de su amistad. Cadaqués, primero, y París, después, son el centro geográfico de ese paraíso de todo lo nuevo. Picasso o Dérain son algunos de sus creadores clave.

Pero el acercamiento de Salvador Dalí al surrealismo de André Breton marca el comienzo del distanciamiento entre ambos artistas. Es el final de los años veinte y la objetividad que habían compartido se transforma en lo que ellos mismos llaman "subjetividad radical". Coinciden en su acercamiento a Miró, pero solo Dalí ensalza las obras de Jan Arp o Marx Ernst. Es el principio del final.


http://www.elpais.com/articulo/cultura/Lorca/Dali/adoracion/mutua/contradictoria/elpepicul/20100922elpepicul_2/Tes?print=1

LUIS GARCÍA MONTERO Memoria revisada de García Lorca Volvamos a lo incontestable

http://www.elpais.com/articulo/cultura/Volvamos/incontestable/elpepicul/20091219elpepicul_6/Tes?print=1

LUIS GARCÍA MONTERO 19/12/2009

"No tuviste tu muerte, la que a ti te tocaba". Es un verso de Rafael Alberti, de la Elegía a un poeta que no tuvo su muerte, dedicado a su amigo Federico García Lorca. Se publicó en el homenaje al poeta García Lorca contra su muerte, que preparó Emilio Prados con motivo del Congreso de Intelectuales Antifascistas celebrado en 1937.

Rafael sintió hasta su vejez la idea de que era él, militante activo del Partido Comunista, quien debería haber muerto en la guerra. Pero se trataba de una culpa innecesaria. Como republicano, discípulo de Giner de los Ríos, director de La Barraca, defensor público del Frente Popular y voz crítica de la peor burguesía de España, el autor de Mariana Pineda tenía motivos de sobra para ser ejecutado sin juicio por los militares rebeldes de 1936.

Cuando mi amigo Andrés Soria Olmedo me encargó en 1986, a los 50 años de la muerte del poeta, una edición facsímil del homenaje antifascista preparado por Emilio Prados en plena Guerra Civil, empecé a estudiar las repercusiones nacionales e internacionales del asesinato de García Lorca. Es una investigación inacabable, porque las bibliotecas y las librerías de viejo todavía me dan sorpresas. Miles de publicaciones y numerosas ciudades del mundo denunciaron los acontecimientos granadinos y la vileza del llamado Ejército nacional. Y siempre con un sentido predominante: Federico García Lorca representa a todas las víctimas de la Guerra Civil española, a la dignidad y la libertad de cualquier ser humano agredido por cualquier violencia, cualquier represión, cualquier totalitarismo.

Una vez completadas las excavaciones en la fosa de Alfacar, sin la aparición de restos humanos, conviene que recordemos el verdadero significado de la muerte de García Lorca, para volver a lo que estuvo claro desde el principio. Olvidemos los rumores, las calumnias, las malas informaciones, los protagonismos mentirosos, las sugerencias equívocas, las mezquinas sospechas sobre la familia, las interpretaciones disparatadas, la audacia de los que están siempre seguros de todo sin saber nada de nada, y volvamos a lo incontestable. García Lorca fue ejecutado por el ejército franquista, entre Víznar y Alfacar, con la implicación de las más altas instancias militares, como uno más de los 5.000 republicanos granadinos que perdieron la vida en una de las represiones más crueles y desalmadas de la historia.

Aunque fuese un republicano más, García Lorca era también un poeta único, y por eso su muerte pasó a representar de forma inmediata el sufrimiento de las víctimas y la dignidad del ser humano contra la barbarie. En nombre de todos los asesinados, García Lorca está ahí, sigue ahí, unos metros más allá o más acá entre Víznar y Alfacar, rodeado de montañas, olivos y emociones históricas, en la fosa desconocida que le asignó el azar macabro de la muerte o los cálculos vergonzosos de los asesinos. Ésa es su significación, su realidad, su honrada leyenda.

Para estar a la altura de la leyenda y la realidad, no queda ahora otra salida que dignificar el parque, ampliarlo, llevarlo si es posible hasta la fosa común más conocida del terreno, defender un gran bosque dedicado a la Memoria Histórica, con la participación de arquitectos y escultores de fama internacional. Granada puede redefinir su identidad. Los que han sabido defender los derechos privados de algunas familias deben asumir también el valor de las causas públicas. Espero que la Junta de Andalucía y la Diputación inviertan dinero en la dignificación de aquel paraje. Y espero que la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica ponga en este empeño la misma energía que ha utilizado para abrir las fosas. Si ninguna víctimas de 1936 tuvo la muerte que le correspondía, es conveniente que todas tengan la tumba que merecen.

jueves, 17 de febrero de 2011

"Uno de los asesinos materiales de Lorca era un familiar directo suyo"

El investigador Miguel Caballero presenta el documental 'Lorca en África' en el Palacio de los Condes de Gabia mientras ultima un libro sobre las últimas 13 horas de vida del poeta de Fuente Vaqueros
G. Cappa / Granada | Actualizado 17.02.2011 - 08:05
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"De testimonios orales nada, yo trabajo a base de información documental, voy como una hormiga recopilando expedientes de unos y otros y situándolos para intentar cerrar el libro de Molina Fajardo, que dejó incompleta su investigación". Es el método de trabajo del historiador Miguel Caballero, que ayer estrenó en el Palacio de los Condes de Gabia el documental Lorca en África, que recoge imágenes en movimiento inéditas del autor de Poeta en Nueva York. El documental, que se enmarca dentro del proyecto de la Diputación Hoy, quizás, es la prolongación gráfica del libro del mismo título que Caballero presentó el año pasado.

"Estuvimos dos semanas rodando en Marruecos por los escenarios por los que se movieron Federico García Lorca y Fernando de los Ríos", explica Miguel Caballero. Es la crónica del viaje oficial a finales de 1931 del ministro de Instrucción Pública de la II República acompañado en calidad de secretario personal por el poeta de Fuente Vaqueros. "Esta es una de las aportaciones interesantes de este trabajo porque es la primera vez que se puede demostrar documentalmente que Lorca fue secretario de Fernando de los Ríos, tal y como apareció reflejado en la denuncia que dio lugar a su detención", explica el director, que estuvo acompañado en la presentación por la Diputada de Cultura, Asunción Pérez Cotarelo. En el rodaje, Caballero localizó unas imágenes de Lorca en movimiento bajando del barco en Ceuta, un material que pertenece a una familia cuyos miembros eran masones y tenían unos concesionarios de coches. "Era una familia pudiente que grabó el momento histórico en el que Fernando de los Ríos baja del barco y aparece Lorca de manera indirecta en el primer viaje oficial que hizo la República al protectorado español, un acontecimiento histórico", prosigue Caballero. "Pero la gran sorpresa ha sido la aparición de Lorca en las imágenes porque no se tenía conocimiento de su presencia en el Norte de África".

Un dato muy curioso de la cinta es que "demuestra que García Lorca y De los Ríos se alojaron en la residencia del general Cabanellas, uno de los militares que años después participó en el alzamiento", afirma Caballero, que también ha recopilado información que prueba que el poeta visitó a un primo hermano suyo que era farmacéutico en Tetúan y que falleció en 1938 como consecuencia de una sobredosis de morfina. Además, el viaje fue especialmente importante en la vida de Lorca porque se dedicó a visitar las comunidades sefardíes y la masonería local. En base a ese viaje hubo periodistas que le acusaron de ser representante del judaísmo, la masonería y el comunismo. "Por esto se le hizo el expediente para condenarlo a 30 años de cárcel por parte del Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo, papeles que están en en el Archivo de Salamanca", concluye.


http://www.granadahoy.com/article/cine/907457/natalie/portman/frente/oso.html

martes, 1 de febrero de 2011

El laboratorio de las vanguardias cumple 100 años

http://www.ideal.es/granada/v/20100816/cultura/laboratorio-vanguardias-cumple-anos-20100816.html
La Residencia de Estudiantes, baluarte del progreso educativo y cultural, llega al centenario con las miras puestas en el exterior
16.08.10 - 01:57 -
EDUARDO LAPORTE | MADRID.

En 1930, Luis Buñuel estrenaba en París 'La edad de oro', una corrosiva película que permaneció tan sólo seis días en cartel, con lleno de público. Fue retirada por presiones de grupos de extrema derecha que, escandalizados, destrozaron la sala durante una de las proyecciones. Fue una de las obras con las que este aragonés, ilustre huésped de la madrileña Residencia de Estudiantes, grabaría su nombre en la historia del cine. No sabía entonces que estaba contribuyendo al desarrollo de la particular edad de oro de ese centro creado por la Junta de Ampliación de Estudios, que nació a su vez como emanación de la Institución Libre de Enseñanza.
La Residencia, inaugurada el 1 de octubre de 1910 en sus instalaciones provisionales de la calle Fortuny, sería testigo y motor de un periodo de florecimiento en las artes que se ha conocido como la Edad de Plata y que el catedrático de Literatura José-Carlos Mainer ubica entre los años 1902 y 1939. Una Edad de Plata que sería de oro para la Residencia de Estudiantes, que recogió en aquel periodo los frutos de tres generaciones: la del 98, la del 14 y, especialmente, la del 27. Nombres como el de Federico García Lorca, Salvador Dalí, Luis Buñuel, Emilio Prados, Rafael Alberti o José Moreno Villa (que vivió allí veinte años) quizá no significarían nada, sin la existencia de esa institución, que actuó como un auténtico laboratorio de las incipientes Vanguardias.
Con cien años, los mismos que cumple la Gran Vía de la capital de España, la 'Colina de los Chopos', como la bautizó Juan Ramón Jiménez, afronta la efemérides con la vista puesta en aquellos años florecientes, pero sin dejar de mirar hacia adelante. «No evitamos la prospectiva de futuro, no va a ser sólo un recordatorio del pasado», remarca Alicia Gómez-Navarro, directora del centro cultural. Uno de los propósitos para ese futuro es el de abrirse al exterior y colaborar con otras entidades como el Instituto Cervantes o el Colegio de México, con el que ya existe una estrecha relación. Con la programación sin cerrar del todo, se pretende reeditar el facsímil de la revista 'Residencia', que incluye conferencias de aquellas personalidades de primera fila que visitaron por entonces el 23 de la calle Pinar: Madame Curie, Einstein, Marinetti, Ravel, Blaise Cendrars, Chesterton, Bernard Shaw, H. G. Wells o Paul Valéry. También continuará la labor editorial, con los epistolarios de Juan Ramón y distintos audiolibros, y se programarán exposiciones relacionadas con los años fecundos de 'la Resi'. Una de ellas recreará la visita que hizo Le Corbusier a Madrid en 1928, y en la que ofreció dos conferencias en la Residencia que entonces dirigía con total dedicación Alberto Jiménez Fraud.
Cien años en los que este emblemático lugar ha pasado de creer en una «futura misión espiritual de España», como dijo el citado Jiménez Fraud, para convertirse, con el nuevo equipo que entró en 1986, en un centro que acoge a 23 becarios, en estancias cortas, y que organiza distintas actividades culturales. Cien años de vida de los que 26 fueron especialmente prodigiosos y que contribuyeron, como señala su actual directora, a la construcción europea. No en vano la UE les distinguió hace tres años el sello de Patrimonio Europeo, honor que comparten en España con el Monasterio de Yuste o el Archivo de la Corona de Aragón, y con la Abadía de Cluny o la Acrópolis de Atenas, fuera de nuestras fronteras.
Proyecto ambicioso
La Residencia de Estudiantes no se puede entender como un ente aislado, sino como parte de un proyecto educativo que buscaba la modernización sociocultural de España, del que este edificio era la punta de lanza. «La Residencia pretendía ser un proyecto piloto, un nuevo modelo educativo, universitario, a la manera de los 'colleges' de Oxford y Cambridge, y la idea era exportarlo a otras universidades», explica la actual directora, Alicia Gómez-Navarro. De parecida manera se expresa Álvaro Ribagorda, historiador de la Universidad Complutense y autor de una tesis doctoral sobre la Residencia. «Todo emana de la Junta para la Ampliación de Estudios, que es un macroorganismo para el desarrollo de la ciencia en España en el que la Residencia de Estudiantes no es sólo un colegio universitario, sino su escaparate más visible, al tener una mayor repercusión social que los laboratorios científicos», señala.
La Junta para la Ampliación de Estudios, hoy Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), heredera de la Institución Libre de Enseñanza, aglutinó en torno a ella espacios para la investigación como el Centro de Estudios Históricos o el Instituto Nacional de Ciencias Físico-Naturales, en el que los pensionados iban y venían del extranjero como en los centros más punteros del resto de Europa. «Supuso la modernización de la ciencia hasta niveles insospechados, hasta que llegó el colapso de la guerra», asegura Gómez-Navarro.
Porque aquellos años promisorios iban a resultar, a la postre, efímeros, y todo el trabajo realizado, las bases sentadas en aquel proyecto de modernización, se derrumbarían con la llegada del franquismo. «Aquí no quedó ningún papel, no quedó nada, el edificio quedó totalmente devastado», se lamenta Gómez-Navarro. No obstante, no se produjo una liquidación física de las instalaciones que componían la Junta para la Ampliación de Estudios, sino que se reconvirtieron en el CSIC, una institución que, según el autor de la tesis sobre la Residencia, Ribagorda, se empleó durante el franquismo como plataforma ideológica y de adoctrinamiento. «Franco destruyó por completo la Residencia de Estudiantes, pero fue una jugada hábil, porque lo que hicieron fue suplantarla; después se difundieron una serie de calumnias sobre lo que había sido la Residencia y la Junta para la Ampliación de Estudios», sostiene Ribagorda.
La ciencia debería empezar de cero a partir de 1940, como comenta la directora actual del centro, ya que gran parte de los científicos se exiliaron, cuando no fueron depurados de sus puestos y sus cátedras. «Para todo el país fue una gran ruptura, pero para la ciencia, y esto es quizás menos conocido, fue brutal».
Encarna ese desolador mapa de posguerra, que recuerda al protagonista de 'Tiempo de silencio', impedido para la investigación científica por la falta de recursos, el primer director de la Residencia, Alberto Jiménez Fraud. Imbuido del espíritu reformista de Francisco Giner de los Ríos, Jiménez Fraud se entregó en cuerpo y alma a este proyecto educativo, pero no pudo ver culminada, ni mucho menos, la que fue la obra de toda su vida. «Salió de España habiéndolo perdido todo», dice Álvaro Ribagorda. Según el experto, Jiménez Fraud quedó a partir de entonces como una «figura marginal» al que invitaron las universidades de Oxford y Cambridge a dar clases y conferencias, pero cuya trayectoria quedó más que truncada. Murió en Ginebra el 23 de abril de 1964. Para recuperar el legado de la primera época de la Residencia, que es uno de los objetivos que se ensalzan en este centenario, se creó el Centro de Documentación, con especial incidencia en la Edad de Plata de la cultura española contemporánea.
Magma creativo
La vertiente científica de la Residencia, con su equipamiento de laboratorios como aporte a la escasez imperante en muchas de las facultades, tuvo, sin embargo, menos repercusión que la artística o cultural. Porque en esa 'Colina de los Chopos' coincidieron personalidades que, de un modo simbiótico, llegarían a convertirse en los artistas españoles más reputados del siglo XX. Luis Buñuel en 1917, Lorca en 1919 y Dalí en 1921 fueron los creadores más destacados y fecundos que ingresaron en aquella Residencia rodeada entonces por una enorme extensión de campos de trigo, al norte de Madrid.
Pese a la fama de lugar selecto y poco menos que elitista, las habitaciones de 'la Resi' acogían sobre todo a hijos de familias de clase media. Lo recordaba Pepín Bello, testigo de excepción de aquel magma creativo, en 'Conversaciones con Pepín Bello'. «No eran hijos de gente rica, como mucha gente cree. Lo que había era mucho orden, mucha limpieza, mucha disciplina, mucha educación pero no era un lugar caro en absoluto. Estaba subvencionado por el Estado. Era público», matizaba el longevo Bello un año antes de su muerte, en 2007. ¿Cómo era aquella Residencia?, le preguntan a este conocido «artista sin obra», en definición de Enrique Vila-Matas. «Se caracterizaba por el buen gusto, la libertad absoluta, el buen tono y la sencillez extrema, heredada de la Institución Libre de Enseñanza». Unas condiciones para el desarrollo de los diversos talentos que sus residentes demostraron eficaces con su legado posterior, ya inmortal. El poeta José Moreno Villa cogió tanto gusto a esa interinidad que permaneció durante veinte años, hasta que no tuvo más remedio que abandonar la Residencia, en noviembre de 1936. Ponía fin, con su salida, a toda una época: «Yo trabajé hasta el último momento, mientras encima de mi cuarto luchaban los aviones defensores de Madrid contra alemanes e italianos».